Santi Callis nos relata su heroica travesía del domingo 25 de junio
Tirarse al agua a las 7h AM en Formentera y tratar de llegar a Ibiza ya nos parecía complicado. Pero hacerlo con olas de hasta dos metros de altura y con el viento en contra durante más de 12 horas supuso una auténtica prueba de supervivencia física y sobre todo mental.
Un reto de 34 kilómetros en el que todos sufrimos muchísimo y donde lo de menos era pensar en ganar, solo pensábamos en poder llegar, pisar la playa y descansar. Ha sido realmente difícil finalizar la Ultraswim.
Únicamente cuatro de los 16 nadadores que comenzamos a chapotear en Formentera conseguimos llegar a la costa ibicenca. Y lo logramos en unas condiciones meteorológicas totalmente desfavorables. Desde las primeras brazadas el viento de levante soplaba con fuerza en nuestra contra y nos obligó a quemar antes de hora las reservas de energía que tanto íbamos a necesitar mas tarde.
Cansancio, hipotermias y mareos hicieron mella y todos pudimos experimentar malas sensaciones a lo largo del día. Los nadadores iban quedando eliminados de forma paulatina por decisión propia o por requerimiento de los GEAS (Guardia Civil del mar) que nos hicieron de ángeles de la guarda durante todo el recorrido.
Pese a tirarnos al agua bajo un cielo negro y amenazador, la salida del sol fué mágica brindando una nueva y mas optimista perspectiva. Fueron sin duda los momentos mas placenteros. Nadar en grupo, ritmo pausado, te sientes muy afortunado de estar ahí. Un grupo de delfines nos acompañó a escasos metros en busca de su almuerzo matutino, fué algo memorable.
Al llegar al islote de Espardell tras recorrer unos 7kms y ver varias “sombras” sospechosas que pasaban bajo nuestro grupo, las olas ya rompían con fuerza y se enrabietaban al golpear en los escollos. Es entonces cuando te das cuenta de lo vulnerable que eres, ibamos y veníamos a total capricho del mar. Para acabarlo de arreglar, un banco de medusas enanas pero igual de urticantes nos rodeó como por arte de magia, nadie se escapó sin algún que otro besito.
A partir de ahí vinieron los momentos mas duros mentalmente. Desde el islote de Espardell hasta los acantilados de la costa de Ibiza hay una tirada de 18kms en linea recta. Con ese mar y con esas olas parecía que la costa nunca iba a llegar. Fueron muchas horas de trabajo mental consistente en intentar no pensar en nada. Iban cayendo las millas, los avituallamientos y sin embargo los acantilados seguían teniendo el mismo tamaño en la lejanía.
Pero todo llega, y sobre las 16h y tras 9h30´ nadando me cambió la cara cuando pasé apenas a 100 metros del cabo Martinet. Ya está, pensé…y aún quedaban unos 7000 más!
Después de tanto esfuerzo y cuando por fin logras divisar en el horizonte la línea de llegada piensas que todo será más favorable, que lo tienes en el saco, que nadie te puede quitar ya la sensación de pisar la arena con tus pies, esa es la trampa. Que se lo digan a Ricardo, un buen amigo que ha tenido que levantar el brazo para que lo sacaran del agua reventado cuando apenas le quedaban 3000 mts y tras haber pasado 11 horas nadando.
Aún no tengo demasiado claro como pude, pero la llegada a la playa tras 12:39.40 fué muy emotiva y antes de fundirme en abrazos con amigos y organizadores quise tener un momento de intimidad y agradecimiento con el kayakista que me había acompañado y guiado durante todo el día.
Son muchas cosas concentradas en tan solo unos segundos, casi no podía ponerme en pié, parecía que en lugar de agua de mar me hubiera bebido otra cosa. Las sensaciones son inexplicables en esos momentos. Me dieron una Coca Cola creo, eso me dijeron. No pensaba en otra cosa que no fuera ver llegar a Marc y fundirme en un sentido abrazo con el. Eso pasó 10 minutos después de la Coca Cola. Si, ese abrazo y el mediterráneo, lo que me llevo de ese día. Estoy feliz, muy contento.
Categories: Swim4Good Swimmers
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